martes, 27 de octubre de 2015

Relatos del pasado - La ultima batalla Cruxor

Planeta Crux. A la espera del ocaso un pequeño escuadrón cruxor está atrincherado en el falso sótano del gran obelisco, edificio principal de operaciones del gobierno de Crux.

– El ocaso se acerca- dice el más joven de los guerreros que me ha escoltado hasta aquí, parece tenso mientras agarra firmemente los cuatro dagas que antes estaban enfundadas- no creo que tengamos otra oportunidad para salir con vida.

Los otros tres compañeros permanecen callados esperando unas palabras que les indiquen la siguiente acción a realizar, no se sus nombres pero serán los que devuelvan el honor a nuestra raza.


– Hermanos, no espero que entendáis lo que a continuación os voy a decir pues como buenos cruxor queremos una muerte con honor,- me acerco hacia el joven y pongo dos de mis manos sobre su hombro para apoyarlo.- su nuevo objetivo es escapar de este planeta.

– Eso no es admisible señor,- los tres restantes se han levantado como resortes mostrando su voluntad– no permitiremos que la humillación nos acompañe durante el resto de nuestras vidas.

– Os entiendo perfectamente, ese es el alma del cruxor, eso es lo que tenéis que transmitir a las futuras generaciones y por vuestro orgullo estar tranquilos, os doy mi palabra de que quedara intacto,- ninguno da muestras de comprensión aunque llegados a este punto tampoco me importa– todas las muertes quedarán honradas pues el Orden se ha metido en una guerra que no ganara.

Terminado mi discurso me dirijo hacia un panel oculto en la pared para pulsarlo y que se abra una puerta y una consola de introducción cifrada. Todos se quedan anonadados al ver que hay una escapatoria, mientras reaccionan me dispongo a introducir el código que de comienzo al éxodo. Para mala fortuna unos pasos pesado se oyen en la lejanía lo que nos pone a todos más nerviosos.

– Se terminó el descanso,- digo lo mas serio posible mientras me miran atónitos- os deseo la mejor de las vidas. Por ese pasillo encontrareis material e información para ir a una colonia en el borde ajeno al Orden, allí podréis proliferar en paz.

– Pero señor -me interrumpe otro de los guerreros con la duda en su rostro– porque no viene usted con nosotros, conoce el plan y todo lo que hay que hacer.

– Jajajajaja,- no puedo evitar soltar una carcajada que posiblemente haya alertado a alguien de nuestra posición– no me perdería esto por nada, ahora marcharos, rápido –antes de que pasen el umbral de la puerta el más joven se detiene y baja la cabeza en señal de respeto-. Nunca olvidéis lo ocurrido este día, no permitáis que se pierda en el tiempo- les digo sin dilación.

Miro la escotilla por la tengo que pasar para llegar a mi destino, tengo claro que si he de morir será viendo por última vez la belleza de mi mundo.

Reviso que todo mi arsenal esté en su sitio y dispuesto conforme me acerco a la rejilla, oigo unos pasos que se acercan en mi dirección así que me coloco en la sombra que genera la entrada. Conforme pasan puedo divisar seis sombras de diferentes tamaños pero ninguna que concuerde con la de un elnath, parece que eran cuatro maensianos y dos aereanos.

Cuando ya no oigo sus pasos deslizó suavemente la rejilla dejándola de nuevo en su sitio para que no levante sospechas. Mi primera reacción es darme cuenta de que hay demasiada luz por todas partes, claramente me deja en desventaja, si consigo llegar al sistema de alimentación y detonarlo podré sin problemas alcanzar mi destino.

Por suerte para mí la zona a la que me dirijo está en este mismo sótano y solo tengo que andar durante unos minutos aprovechando las sombras de cada estancia, en mi camino dos grupos más de la misma composición de maensianos y aereanos se cruzan conmigo sin percatarse de mi presencia.

Pero todo se complica cuando veo que la sala a la que he de entrar está custodiada por cuatro maensianos armados con fusiles de impacto y pertrechados tras un escudo de energía.Ya no tengo nada que perder así que saco una multi granada y la programo en modo aturdir con un catalizador de impacto, pegado a la pared me aproximo a una columna y empiezo a subir lo más sutilmente posible hasta alcanzar una viga del techo que me da el camuflaje perfecto.

Cuando estoy a un salto de ellos arrojo la granada al medio del grupo mientras salto con los ojos cerrados en dirección a mi primera victima, el salto es lento para que me de el tiempo justo de abrir los ojos y clavar al primer maensiano mis dos dagas superiores en el cuello y las dos inferiores sobre el abdomen, haciendo que caiga sin vida al suelo. Estando sobre el cadáver veo como los tres restantes están como animales retorciéndose y lanzando golpes aire. Sabiendo que ese estado no durará mucho salto por encima de un segundo asestándole en la garganta dos cuchilladas con los que lanza un grito ahogado.

Los dos restantes empiezan a volver a la normalidad porque han conseguido fijar mi ubicación y se disponen a disparar, aunque aún se les nota lentos y aturdidos. Les muestro mis cuatro puñales apuntando dos a cada uno y les invito a disparar, en cuanto oigo el primer martilleo salto hacia atrás y empiezo un peligroso baile que gracias a su desorientación se hace más sencillo, tras dos esquivas y muchos proyectiles disparados salto para situarme entre ambos y luego deslizándome en el suelo para no ser un blanco fácil, en ese proceso ambos maensianos se han acribillado, el aturdimiento y su frustración por dispararme han sido mis armas.

Sin dilación abro la puerta de la sala con el arma de los maensianos y destrozo todos los sistemas importantes que encuentro así como cables y núcleos. Puedo sentir como toda la energía deja de fluir y unas pequeñas luces tenues iluminan el complejo, ahora solo me queda subir cincuenta y siete plantas.

Al principio los escuadrones son muchos y todos se dirigen a la fiesta que he montado abajo, aunque se que puedo matarlos con facilidad les dejo que se vayan a contemplar mi obra y sigo subiendo, puedo notar como baja poco a poco  temperatura, ya estoy cerca de mi destino.Al abrir la última puerta que me conduce a la azotea un aire liberador me recorre haciendo sentir en estado de euforia, lo he conseguido.Camino tranquilo hasta el borde del edificio y conforme me acerco contemplo el horror de la invasión, por un momento estoy tentado de hacer una reflexión sobre si todo esto ha merecido la pena o no, pero mis corazones me invitan a mirar más allá.  

Los inmensos bosques de coral que reflejan la luz de las estrellas se funden en miles de tonalidades, y cortando el horizonte el gran lago de la vida, donde crecí como Cruxor.La nostalgia abandona mi consciencia y no puedo evitar mostrar una sonrisa cuando oigo el crujir de la tierra, sin tiempo de reacción para nadie lo que antes era suelo ahora forma una ola gigante de escombros y polvo que se va levantando en mi dirección. Legiones del Orden y máquinas bélicas caen en un precipicio sin fondo mientras un escalofrío recorre mi cuerpo.

El momento ha llegado, el edificio se empieza a resquebrajar y me cuesta mantener el equilibrio, en la lejanía una explosión interna hace que la piedra fundida que alimenta toda esta región de energía ahora se canalice entre los edificios derruidos, soldados y naves supervivientes del orden.

La estructura se empieza a colapsar y una última mirada al mundo hace que me caiga una lagrima por el rostro, un sentimiento nuevo, algo que hasta ahora no me podía permitir.

Justo antes de que el suelo desaparezca doy un salto hacia delante con todo el impulso posible y extiendo las alas del traje intentando dirigirlo hacia las corrientes de calor que desprende la piedra fundida. Si aguanto lo suficiente conseguiré llegar a la zona de exclusión y vivir para luchar otro día. Se que mi vida pende de una hebra pero solo me puedo regodear al pensar que tras este día, el Orden no olvidará jamás a la raza de los Cruxor.

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